¡Heil Charlie!

El nazismo puede verse como la caricatura maníaca del charlotismo. La inversión simétrica del humanitarismo sensiblero, la bondad primordial y la dignidad de la plebe, encarnados por el bufón inglés.
Adolf Hitler es el perfecto y satánico rival de ese Mugriento Eterno que Chaplin dedicó su vida a mitificar,... y jamás se había dedicado semejante esfuerzo (por parte del reparto, léase bien) a la escenificación de una parodia. Sólo el carácter alemán, hiperbólico y detallista a la vez, nipón, maníaco, enfermizo, pálido y laboral, podía involucrar tantas desgracias y maltratar con tanta dedicación a los actores, para conseguir, a lo sumo, una secuela terrible de un puñado de buenas pelis.
“El Gran Dictador” pasa a ser, entonces, una mediana revancha cómica frente a una disposición de escena que, por su detallismo obsesivo, psiquiátrico, y menos risueño que un bebé muerto, amenazó con llegar al confín terminal del Arte.
“Charlot al poder” de Adolf Hitler, fue la más caudalosa e histérica parodia jamás llevada a cabo. Anti-gag artístico cuya realización insumió 12 años y cuyo escenario fue el primero a escala insoportablemente global.
Después de que Su Adolfestad sacudiera la sensibilidad del mundo con su esmerado happening, (usando el bigotito cuadrado como divisa, inconfundible, de su móvil artístico), no es posible ver a la parodia contemporánea más que como un fenómeno epigonal, lo-fi, infinitesimal como la carroña de un gorrión en un vertedero del municipio.


en "La Tinaja de Stirner" (nº1), Patricio Misauxfers, enero temprano, 2005.

* La Tinaja conoció sólo una tirada de 20 ejemplares de 6 carillas, fotocopiada de la versión manuscrita de Giro y no fue distribuida, porque Giro tenía la caligrafía de un parapléjico.